P. S. Hoffman, in memoriam
El lunes nos despertábamos con la triste noticia de la muerte de Philip Seymour Hoffman, grandísimo actor norteamericano, uno de los mejores de los últimos veinte años y probablemente con las mejores perspectivas de futuro profesional de los actores de su generación. Ya dicen que siempre se van los mejores, tópico que en este caso puede aplicarse con total rotundidad.
Hoffman fue encontrado el domingo en su apartamento del Greenwich Village neoyorquino por su amigo, el guionista David Katz, entre restos de heroína y con una jeringuilla todavía pendiendo en el brazo. Finalmente, la fuerte atracción que Hoffman sufría por las drogas ha terminado por pasarle factura a este padre de tres niños de 46 años (él, no sus hijos, se entiende; ni siquiera sumando sus edades).