P. S. Hoffman, in memoriam

El lunes nos despertábamos con la triste noticia de la muerte de Philip Seymour Hoffman, grandísimo actor norteamericano, uno de los mejores de los últimos veinte años y probablemente con las mejores perspectivas de futuro profesional de los actores de su generación. Ya dicen que siempre se van los mejores, tópico que en este caso puede aplicarse con total rotundidad.

Hoffman fue encontrado el domingo en su apartamento del Greenwich Village neoyorquino por su amigo, el guionista David Katz, entre restos de heroína y con una jeringuilla todavía pendiendo en el brazo. Finalmente, la fuerte atracción que Hoffman sufría por las drogas ha terminado por pasarle factura a este padre de tres niños de 46 años (él, no sus hijos, se entiende; ni siquiera sumando sus edades).

magnolia

Se supone que habrá que enumerar aquí sus méritos materializados en premios. Bien, pues 2005/06 fue su año, y Capote su película, por la que ganó un Oscar, un Globo de Oro, un BAFTA, los premios del Sindicato de Actores, Independent Spirit y Satellite. Casi nada. Y eso que su especialidad siempre fue bordar los secundarios, papeles menores por los que acumula nominaciones entre 1999 y 2012, pero que nunca le dieron un premio.

Su especialidad, los secundarios complicados y antipáticos

Y es que Hoffman es el típico actor de escuela que progresó lenta y sólidamente al margen de modas, guapuras y promociones de las productoras. No sé si seleccionaba él mismo sus trabajos, pero eran elecciones brillantes en películas bien construidas y dirigidas. Cada vez más directores prestigiosos contaban con él para sus papeles más complejos. Acababa de iniciar en 2012 un lógico salto a la dirección con Jack goes boating.

Hoffman participó en más clásicos de los que parece (Esencia de mujer, El gran Lebowski, El talento de Mr. Ripley). Si hay que destacar algunos papeles, serán el tímido homosexual Scoty J. en Boogie Nights, el de Phil Parma en Magnolia (donde yo lo conocí), el complejo papelazo como el cura católico Brendan Flynn de La duda, y por supuesto su Truman Capote, el mejor biopic de una década llena de biopics.

Habitual del Broadway alternativo, adicto a los papeles complejos y nada complacientes (era frecuente salir del cine con el tipo cayéndote mal, lo mejor que puede conseguir un actor), secundario sin complejos de esos que levantan películas mediocres (estoy pensando en Misión: Imposible III), con Hoffman desaparece uno de esos bleeding hearts que ya no se encuentran en la industria.